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miércoles, 7 de abril de 2010

Cronica de mi parto

CRONICA DE MI PARTO
Como podría empezar la crónica de mi parto de otra manera que agradeciendo?
Agradeciendo, en primer lugar, a la Gran Diosa, que me ha dado la vida, que me ha
dado el cuerpo nacido para el disfrute y para recordar los sacramentos. Eso si…un
cuerpo apto para recordar los sacramentos del nacimiento, un cuerpo que permite fluir
la memoria cósmica a través de si mismo, sin la mas mínima interferencia, sin la mas
mínima perturbación.
Aquí estamos para vivir…vivir una vida plena que empieza con atravesar el Pórtico del
Reino Manifestado en el Mundo de la Forma…un sinfín de colores y de sonidos se
mezclan, burbujeantes, acuciadores, sonrientes. Y la clave, para atravesar dicho
pórtico, es como siempre, la mas sencilla…RESPIRAR.
Alguien respiro a través de mi en mi parto, o en mi lugar…no lo se, porque llega un
momento, durante el sacramento, en el que todo se vuelve atemporal, casi confuso y
empieza a carecer poco a poco de una memoria lineal. Ahí, en el vahído de las
contracciones, muriendo en cada una para renacer inmediatamente después, recuerdo
haber dejado de respirar, cantar, moverme…metamorfoséeme en un gigantesco grito
que sin duda alguna llego a los confines del Universo y bailo con las Estrellas. No es
un grito de dolor, ni de angustia, el dolor del que estoy hablando, sino la mera
expresión de un cuerpo humano que de repente debe dividirse, por lo muy inverosímil
que esto pueda parecer, para abrirle paso a la Nueva Vida, para abrirse en canal, para
Ser el canal. Oh si…alguien respiro ahí en mi lugar…conforme con los Misterios de la
Unidad, ha sido un hermano, una hermana, o el Cielo y la Tierra mismos que lo
hicieron…quien sabe…no importa siquiera…ha sido efectivo y perdurable.
Para seguir agradeciendo, ahí estuvo la brisa de aquella tardía mañana que difícil
podría olvidar – la brisa suave y calida, con un matiz muy agradable y en ningún caso
molesto, del desierto, su lugar de origen, su cuna. Una brisa que me ha permitido
bailar con ella y cimbrear la cintura mientras tarareaba los mantras de siempre. Una
brisa que me recordaba que sobre todo y por encima de todo yo era una MUJER
destinada al gozo y a la hermosura y que nunca lo olvidaría, mientras la brisa sellaba
con su beso este silencioso pacto.
Agradecerle a la risa…que dicen los sabios que es la expresión del Fuego que llevamos
dentro, a la risa y al humor, que como dos amigos íntimamente compenetrados, desde
la invisibilidad a mis espaldas se colocaron, uno a la derecha y el otro a la izquierda,
para impedir mi mente, permitiéndome fluir mientras no llegaba la comadrona y el niño
casi nace en las escaleras de la casa…
Agradecerle al Caracol y al Maestro que lo portaba! Bello, antiguo Poderío del Mar,
que se ha manifestado de esta misteriosa manera en la primera respiración de mi hijo,
atravesando el espacio con su sonido atemporal a la par que este frágil ser, el bebe,
cruzaba la puerta de la Manifestación, para llegar aquí, entre y con nosotros.
Agradecerle, y mucho, a la energía de la incesante celebración, que vino sobre alas de
Ángel y que se ha instalado en nuestra casa y aun aquí sigue…en un pertinaz
convencimiento de que su mensaje es eterno y que la Nueva Vida del niño, y de la
Mujer que lo porto en su vientre, deben iniciarse bajo su tutelaje, ya que no podría ser
de otra manera siquiera en la dimensión que llamamos AUTENTICIDAD.
Agradecerle a mi amor eterno, el Agua, esta vez su ausencia. Que dócil, que delicada
maestra, el Agua! Marcando siempre los ritmos, inspiración y exhalación divinas, ir y
venir, toma y daca, presencia y ausencia!
En el sublime momento del nacimiento – ausencia – para abrirle paso al Fuego y al
calor del Sol, el alumbramiento.
Poderosos rayos del Sol, adorado Shammash – Incendiador de los Pecados – gracias
por tu benévola aparición, gracias por el bautizo de la Luz en el que le has bañado al
niño! Tendrás en el siempre un fiel aliado.
Agradecerles eternamente…a todos los hermanos y hermanas que respiraron, oraron y
rezaron, tejieron cantos y los tararearon, recogieron agua del Océano para llenar una
piscina que nunca llegaría a usarse, a todos y a todas, juntos y por separado, no
importa lo físicamente lejos o cerca que hubieran estado en ese sagrado
instante…Agradecerle a mi hermana del alma su acercamiento a nuestros seres y
alabar su entrega tan profunda, su fe, su alegría, que han sido capaces de materializar
un avión de la nada…para volar, para llegar…para constatar aquello que las estrellas
del firmamento, en su divina sabiduría así lo determinaron: que mi hijo Lancelot ha
nacido!

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