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jueves, 8 de abril de 2010

Mi placenta viaja al Mar

Mi placenta viaja al Mar

Resuenan los acordes de lo masculino sagrado junto al Mar, sobre un acantilado.
La majestuosa O hace sentir su presencia, rasgando los velos del silencio y entregándose al Océano.
Vuelan las gaviotas, invisibles en esta luz ya tenue del atardecer, vuelan lejos para llevar consigo los ecos de este sacramento único.
Mi placenta viaja al Mar. Una placenta compartida con un Ser que decidió elegirme de canal para su manifestación, una vez mas, en el aquí y ahora.
Es indescriptible la sensación que nace de esta entrega al Alma que todos compartimos, y no hay palabras que describan la perfección del momento. Sangre de mi sangre, carne de mi carne, sangre y carne del Mar ahora y para siempre, SON.
Células que hace tan poco tiempo formaban una unidad inseparable con mi cuerpo, ahora son células del Alma Viviente del Gran Todo. Pero, en realidad, acaso fueron separadas alguna vez?
Resuena el nombre, dentro del cuenco dorado y canta la gloria del Ser, de Lancelot, tan diminuto y a la vez en su grandeza, tan inconmensurable, que por instantes las rocas que nos rodean deciden olvidarse de su firmeza.
Resuena el Caracol y junto con el, el canto…ojos que se miran en Amor, miradas que pactan un infinito abrazo, Seres que suspiran, sobrecogidos y felices, en el Regazo del Retorno a la Unidad.

Gracias, Universo!

Los bebes son cuerpo de la Luna

Los bebes son cuerpo de la Luna

Los bebes son cuerpo de la Luna. No tienen independencia, tal como nosotros, los que ya salimos de este reino celestial, entendemos por  tal. La sustancia que los sostiene y nutre, la leche, es, en última instancia, la energía de la galaxia, y en primera, la energía de la Luna. Los bebes beben Luna y se hacen una con ella en cada comida. También las madres somos Luna por eso: porque el bebe – cuerpo-de-luna nos conecta a ella. Pero mientras que los bebes se nutren de ella directamente, es mas, están en ella directamente, ya que ellos son Ella, nosotras nos mantenemos conectadas a la Luna mediante hilos invisibles que son como un pacto que se renueva con cada mirada del bebe. Cuando mi hijo me mira, en realidad me mira la Luna que es la Madre. Y entonces yo recuerdo que soy madre, es decir, recuerdo que soy Ella. Por esta razón, amamantar es básicamente recordar. Necesito recordar para que de mi mane la sustancia vital, pero con este recuerdo vienen a la vez todos los recuerdos, ya que el canal para acceder al Recuerdo es uno solo. Por lo tanto recuerdo a mi propia madre, a la madre de mi madre y a la madre de la madre de mi madre…y así…hasta muy lejos…recuerdo muchas madres y todas ellas, a su vez recordaron. Pero el Recuerdo es imparable…y viajo muy lejos y recuerdo el mundo y los hombres y las cosas que fueron creadas y que nacieron en el mundo. Y el Recuerdo en este punto es como una vorágine…y gira muy rápido y me catapulta muy lejos, a los mismos confines del espacio donde el tiempo existe de una manera muy diferente a la manera que nosotros conocemos. Y Recuerdo el Origen del Mundo, de las galaxias y finalmente recuerdo el origen de la Vida misma. Y es cuando me Recuerdo a mi misma también, y con esto finalmente llega la paz.
Y es que el recuerdo llega de una manera muy diferente al pensamiento, porque no es pensamiento sino es emoción que luego se convierte en sensaciones casi táctiles.
Los bebes son emoción de la Luna y los cambios que en ellos se perciben, son de la misma Luna-Madre. Y una vez mas, la conexión y la Unicidad se mantienen tanto tiempo cuanto nosotras las madres mantenemos el canal de la nutrición abierto. La lactancia que es alimentar de memoria…una memoria que finalmente se remonta hasta los Ancestros que todo lo sostienen y lo nutren también. Y así viajamos finalmente entre los remolinos estelares de Alhena, Sirio, Canopus…también imbuidos por la sustancia lunar con la que comparten intima esencia. La Luna….escanciadora de la sustancia vital en nuestro sistema solar, interno y externo…pero asimismo emoción, fluir, palidez, ritmo lechoso…de donde las almas vienen y hacia donde las almas se van, al final de su experiencia aquí, en la Tierra.
Me estremece darme cuenta que no hay diferencia entre el Ser de mi hijo y el Ser de esta Madre…y tampoco la hay entre Ella y la leche que mana de mi…latido cósmico ancestral, fuente de sanación, Pushan – El Creador – Nutridor, Madre Luna, mi hijo, yo…somos eternamente Uno.

miércoles, 7 de abril de 2010

Cronica de mi parto

CRONICA DE MI PARTO
Como podría empezar la crónica de mi parto de otra manera que agradeciendo?
Agradeciendo, en primer lugar, a la Gran Diosa, que me ha dado la vida, que me ha
dado el cuerpo nacido para el disfrute y para recordar los sacramentos. Eso si…un
cuerpo apto para recordar los sacramentos del nacimiento, un cuerpo que permite fluir
la memoria cósmica a través de si mismo, sin la mas mínima interferencia, sin la mas
mínima perturbación.
Aquí estamos para vivir…vivir una vida plena que empieza con atravesar el Pórtico del
Reino Manifestado en el Mundo de la Forma…un sinfín de colores y de sonidos se
mezclan, burbujeantes, acuciadores, sonrientes. Y la clave, para atravesar dicho
pórtico, es como siempre, la mas sencilla…RESPIRAR.
Alguien respiro a través de mi en mi parto, o en mi lugar…no lo se, porque llega un
momento, durante el sacramento, en el que todo se vuelve atemporal, casi confuso y
empieza a carecer poco a poco de una memoria lineal. Ahí, en el vahído de las
contracciones, muriendo en cada una para renacer inmediatamente después, recuerdo
haber dejado de respirar, cantar, moverme…metamorfoséeme en un gigantesco grito
que sin duda alguna llego a los confines del Universo y bailo con las Estrellas. No es
un grito de dolor, ni de angustia, el dolor del que estoy hablando, sino la mera
expresión de un cuerpo humano que de repente debe dividirse, por lo muy inverosímil
que esto pueda parecer, para abrirle paso a la Nueva Vida, para abrirse en canal, para
Ser el canal. Oh si…alguien respiro ahí en mi lugar…conforme con los Misterios de la
Unidad, ha sido un hermano, una hermana, o el Cielo y la Tierra mismos que lo
hicieron…quien sabe…no importa siquiera…ha sido efectivo y perdurable.
Para seguir agradeciendo, ahí estuvo la brisa de aquella tardía mañana que difícil
podría olvidar – la brisa suave y calida, con un matiz muy agradable y en ningún caso
molesto, del desierto, su lugar de origen, su cuna. Una brisa que me ha permitido
bailar con ella y cimbrear la cintura mientras tarareaba los mantras de siempre. Una
brisa que me recordaba que sobre todo y por encima de todo yo era una MUJER
destinada al gozo y a la hermosura y que nunca lo olvidaría, mientras la brisa sellaba
con su beso este silencioso pacto.
Agradecerle a la risa…que dicen los sabios que es la expresión del Fuego que llevamos
dentro, a la risa y al humor, que como dos amigos íntimamente compenetrados, desde
la invisibilidad a mis espaldas se colocaron, uno a la derecha y el otro a la izquierda,
para impedir mi mente, permitiéndome fluir mientras no llegaba la comadrona y el niño
casi nace en las escaleras de la casa…
Agradecerle al Caracol y al Maestro que lo portaba! Bello, antiguo Poderío del Mar,
que se ha manifestado de esta misteriosa manera en la primera respiración de mi hijo,
atravesando el espacio con su sonido atemporal a la par que este frágil ser, el bebe,
cruzaba la puerta de la Manifestación, para llegar aquí, entre y con nosotros.
Agradecerle, y mucho, a la energía de la incesante celebración, que vino sobre alas de
Ángel y que se ha instalado en nuestra casa y aun aquí sigue…en un pertinaz
convencimiento de que su mensaje es eterno y que la Nueva Vida del niño, y de la
Mujer que lo porto en su vientre, deben iniciarse bajo su tutelaje, ya que no podría ser
de otra manera siquiera en la dimensión que llamamos AUTENTICIDAD.
Agradecerle a mi amor eterno, el Agua, esta vez su ausencia. Que dócil, que delicada
maestra, el Agua! Marcando siempre los ritmos, inspiración y exhalación divinas, ir y
venir, toma y daca, presencia y ausencia!
En el sublime momento del nacimiento – ausencia – para abrirle paso al Fuego y al
calor del Sol, el alumbramiento.
Poderosos rayos del Sol, adorado Shammash – Incendiador de los Pecados – gracias
por tu benévola aparición, gracias por el bautizo de la Luz en el que le has bañado al
niño! Tendrás en el siempre un fiel aliado.
Agradecerles eternamente…a todos los hermanos y hermanas que respiraron, oraron y
rezaron, tejieron cantos y los tararearon, recogieron agua del Océano para llenar una
piscina que nunca llegaría a usarse, a todos y a todas, juntos y por separado, no
importa lo físicamente lejos o cerca que hubieran estado en ese sagrado
instante…Agradecerle a mi hermana del alma su acercamiento a nuestros seres y
alabar su entrega tan profunda, su fe, su alegría, que han sido capaces de materializar
un avión de la nada…para volar, para llegar…para constatar aquello que las estrellas
del firmamento, en su divina sabiduría así lo determinaron: que mi hijo Lancelot ha
nacido!